Recuerdo... recuerdo una canción que empezaba con una hora... la hora que no me deja conciliar el sueño. ¿Por qué después de tanto tiempo vuelve el Replicante a plantearse sus recuerdos, sus sueños? Porque los tengo. No en mi cabeza. No en mi cerebro sintético. No en mi alma.
Implantados. Si fueron implantados en algún momento, ¿de dónde salieron las experiencias que los generaron? ¿Existió un humano real del que brotaron? Si existe, ¿murió? ¿está vivo? ¿Por qué no le siento vivo? Hace poco que no me lo planteaba, pero creo que una parte de mis entresijos cibergenerados que podían llamarse
alma, por analogía a vuestro concepto, sentía que ese humano estaba vivo. Sentía, vivía, comía, respiraba... pero... está ausente ahora.
No. Lejos, no. Ausente. Por completo. Y me causa hondo pesar e inquietud. No duermo, aunque no por ello vea mi capacidad afectada, no en vano soy sintético y no necesito dormir, comer, beber... más que por un recuerdo anclado a... a... ¿por qué no recuerdo su nombre? Si tengo recuerdos suyos, ¿no soy dueño de saber, al menos, su nombre? El nombre del Soñador.
Y ¿por qué, maldita sea, retorcidos seres humanos, atados a esas pasiones que yo deploro, me privasteis de ese conocimiento? Quiero alejarme de vuestra naturaleza y, al tiempo, me siento irrefrenablemente atraído por ella. No duermo pensando en ella. En el dorado que chorrea por sus hombros esquivos a mi espinado roce.
Tan solo una imagen que ronda mis archivos cerebro-espinales... la imagen de la Diosa de piel blanca que cautiva mi mirada, mis desvelos y deshace mi escasamente necesario... reposo onírico... sé que su cabello, sus ojos, sus pestañas... hay algo que no es correcto... Una imagen que me hace casi casi casi tan... pasional como lo sois vosotros.
¿Qué es más cierto? ¿Qué es más real? ¿Qué me acerca a vosotros y me aleja de lo sintético, de lo antintural, del producto material?
Es la Diosa de mis Sueños.