Barcelona: Kurasawa Cup (y Día III)

Y llegamos al día crítico. La tensión se hace patente. La noche anterior dormimos menos a causa de la fiesta. No mucho menos, pero con la animación y charlar un rato antes de irnos a dormir, se nos hacen las dos de la madrugada, antes de cerrar los ojos para abrirlos a las 8. Como un rayo, preparo el equipaje y bajo a desayunar. Curiosamente soy el segudno tras Takisawa sensei y Kaya sensei.

Ohayou gozaimasu y a desayunar.

Bajamos con el equipo. Llenamos el carromato y al vestuario. Repaso a la documentación y a la pasta. Todo en orden. Más tarde me daré cuenta de que no está en su sitio, con lo cual los nervios se me vuelven a crispar y la tensión aumenta. Menos mal que Santi me da esa caña que levanta morales, que si no... ¡ufas!

Empezamos el entrenamiento antes de los exámenes. Curioso. El geiko de despedida suele ser después de ellos, pero no es mala idea asentar las kata y calentar un poquito antes del definitivo objetivo de este curso.

Las kata se dan bien. Las practico con Charlie, que cenó la noche antes con nosotros y se examinará conmigo de primer dan. Nos damos consejos y ánimos y las kata quedan bastante chulas. Después más básico con armadura: uchikomi y ji- geiko. Descanso y empieza el ajetreo.

Primero la pasta. Claro. Es la federación maldita. En Madrid palmé 100 euros de derechos de examen. Derecho a examinarme ALLÍ, en Madrid. Así que en Barcelona, la federación catalana me hace palmar otros 117.

Después la documentación. Todo en regla. Tuve que salir corriendo a por ella porque no la tenía en el dojo, si no en el vestuario y ¡zasca! Dos plantas p'arriba con la hakama (pantalón samurai) y las chanclas. Y el dinero... ¿dónde está? En el coche... ¡MAMMA MÍA! A la carrera de nuevo y vestido de "largo" por toda la calle... me miraba la peña... imagináos, un tío con faldones y armadura corriendo por el campus universitario de Barcelona. Si no fuera porque estaba to sudao, seguro que ligo con alguna buenorra friki...

Bueno, bueno, bueno... llego a tiempo y con todo hecho. Nos dan los números y las instrucciones de etiqueta.

Dos combates y esperar resoluciones del tribunal, formado por: Antonio Gutiérrez Velilla, de Zaragoza, Akio Kaya sensei y Kenji Takisawa sensei de Japón, Alfonso Arregi y Olga Martín de Euskadi (quienes nos tuvieron arropados a los 3 chicos de Madrid que fuimos el pasado julio a Fontenay Le Comte a practicar Kendo y desde aquí les envío mis más sinceros agradecimientos). Tras las resoluciones de los combates, los aprobados harán las kata. Cinco para primer dan (ahí entraría yo) y siete para segundo dan (Santi y Oscar).

Nos ordenan por grupos de tres. Se enfrentará el primero con el segundo, segundo con tercero y tercero con primero. Sabed que no es necesario ganar el combate, porque la intención es demostrar al tribunal que estás capacitado para ganar. Tanto en primer como en segundo dan, la idea es parecida.

Nos sentamos cómodamente. Los nervios me están matando. Salen los tres primeros. Dos chicas y un chico jovencito. Las chicas, mallorquinas, hacen de vicio. Son muy buenas. Respiro porque no me hayan tocado. Y veo al chico que tengo detrás con el 105 en el tare, que es donde te ponen el número de examinado. Yo llevo el 104. Cacho alto, y se me dan fatal los altos. Me pongo MÁS nervioso si cabe, así que recurro a la respiración y meditación. Cuando nos toca ya estoy más relajado.

Nos sentamos en tres sillas normales mientras se acaba el último combate de la primera tanda y allá voy yo. Camino con decisión samurai pasando por delante de la mesa del tribunal. 10 ojos se posan en mi hakama negra. Debería sera zul, pero no pienso en ello. Solo pienso en no romper la etiqueta del momento. Me giro como aprendí en Jodo: asiento un pie y marcialmente giro el cuerpo pivotando sobre el primero. "Buen movimiento", me animo.

Saludo a mi compañero, 105, con una inclinación. Shinai a la cadera. Avanzo tres pasos hasta la raya que indica donde debemos detener nuestro pie derecho. Desenfundo. Hago un sonkyo (buscad en google imágenes y sabréis qué es) más que decente y me levanto dispuesto a hacer el combate de mi vida...

Y lo hago.

Takisawa levanta la mano. Oímos al sempai gritar "yame!" (alto!) y some dare (es suficiente!). Hacemos sonkyo de nuevo y osame to (enfundar la espada). Nos levantamos y me retiro en espera del combate con el 106 que es ¡Charlie!

Y aquí viene mi debacle.

Sale el 105. Charlie pasa frente a mi. Mis nervios me la juegan: apoyo el shinai en el suelo al hacer sonkyo y mis piernas aguantan como pueden, mientras Charlie se tamblea hacia atrás. Fantástico. El segundo combate a tomar por c***. Tengo que suplirlo como sea. Me levanto y Charlie y yo hacemos un combate digno.

Sabiéndome suspendido me vuelvo a mi posición inicial sentado mientras se examina el resto de exminados. Oscar y Santi lo hacen "estupendamente genial". Les toca juntos, lo cual es una ventaja porque saben como facilitarse un poco la tarea de aprobar. Pero no lo habrían necesitado. Iban más que sobrados.

Para mi sorpresa, me ponen a hacer kata y yo con mis nervios miro Santi y por señas me indica que Carlos, desde la grada dice que hemos hecho unos combates estupendos.

Aún nervioso (me temblaron las manos en la cuarta kata y así se lo dije a mi compañera en esta parte de examen :D ¡¡Un saludo para ella y felicidades también!!), salgo y hago las kata.

Hecho.

Se acerca finalmente el sempai y nos da la enhorabuena. HEMOS APROBADO.

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Tengo que decir que me subió la moral un gesto que no sé siquiera si iba dirigido a mi o no. Pero me dio muchos ánimos: David Castro, de la saga de los Castro, al salir de mi primer combate asentía con gesto de convicción. Quise creer que le había gustado mi combate, y eso me dio muchas alas. Aunque no sea así, quiero darle las gracias también a él desde este humilde rincón.

Domo arigatou gozaimasute.
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Me levanto tratando de contener la alegría, pero Santiago viene corriendo y me dice: "Ven aquí, 'no voy a aprobar, no voy a aprobar'" y nos damos un abrazo de esos, de los de verdad.

Y Carlos baja para darnos su enhorabuena y en un determinado momento me dice: "Daniel, tu habías aprobado solo con los primeros 15 segundos del primer combate". Estuve a punto de derrumbarme y empezar a soltar lágrimas de alegría. Casi como mientras escribo esto. Pesando dos toneladas miro a a lgrada y Antonio levanta el puño en señal de victoria.

¡HEMOS APROBADO!