It's been a hard day's night...

Yo tenía miedo a los jueves... y mis sospechas eran fundadas. Os explico por qué:

Cada vez que en la oficina se rumoreaba que "este jueves nos tomamos unas cañas que X cumple años" o "este jueves nos tomamos unas cañas que X cambia de empresa" yo sabía que eso significaba empezar con las cervecitas a las 18, hora local y seguir con los copazos hasta las 1000 hora universal.

Lo habéis entendido: "este jueves".

Esa porción de frase es la muerte. Viernes duro en la oficina, mirando al monitor dar vueltas y vueltas, agarrándote a la silla para no caerte de sueño, poniendo rubios al hablar a los compañeros de alrededor, que , por supuesto, te devuelven la jugada, porque, en el peor de los casos, ni te vieron salir del último garito en el que dejaste el último billete de 5 euros arrugado sobre la barra. Pero ahí estaban, aguantando el tirón sin bajarse al pilón (es una rima fácil y no tiene sentido, no se lo busquéis), y, por supuesto, con una vaso en la mano.

Bueno, pues ayer nos abandonaba un compañero y, como manda la tradición, nos bajamos al "Machachuches", que es como hemos rebautizado al bar de mala muerte donde nos vamos a cañear al salir del curro. En realidad se llama Visconti, pero alguien lo llamó Wisconsin y la coña acabó en "Machachuches", por analogía con Masachussets o algo así, no estoy muy puesto en geografía estadounidense. Y en la otra tampoco estoy muy ducho.


Empiezan las cañas. Una. Y otra. Y otra. Y otra. Y yo decía: "No hay riesgo. Es miércoles, no jueves".

¡INCONSCIENTE!
¡POBRE INFELIZ!

Imagináoslo: lo que me está costando escribir este post... y sin faltas de ortografía.

Se acaban las cañas y claro, a la Sucursal a empezar los copazos. Uno. Y otro. Y otro. Y otro. Y una partida de dardos. Y una de futbolín. Y una charla. Y otra. Y otra. Y empiezas a verlo todo difuso. No borroso. Difuso.
















Y te vas a casa. Con un cabreo de tres pares de narices. Claro. Es lo que tiene recibir un mensaje a las dos de la mañana: "No me hables en una semana".

Encima de todo, eso. La mierda de batería de tu móvil, que enciendes apenas para enviar un mensaje de congratulación y conmiseración, y lo único que te da es un mosqueo de antología.

Antología del humor. Que es en lo que se ha convertido tu noche, claro. Intentas no salirte del tiesto y te metes en un taxi. Por cierto, señor taxista, un olé para usted que después de pagarle, aún te acerca a la puerta de tu casa.

Y al día siguiente, (no os engañéis que es una forma de hablar: el día ya lleva despierto un rato más que tu) te despierta una maldita consola portátil. Si, como lo lees. La Nintendo DS lleva alarma y te suena, porque tu, previsor, la has puesto. Y después, el móvil, que solo te da disgustos, apura la batería para despertarte a ritmo de U2.

Genial.

Y ahí está el compañero de la oficina, que, voluntarioso (y porque le has llamado a las dos y media de la madrugada suplicando), te llama a casa. Despierta a tu sufrido compañero de piso y te pones en marcha pensando "MIERDA-LAS-NUEVE-LA-BRONCA-QUE-ME-VA-A-ECHAR-GUADI", mientras te vistes a doscientos por hora (es otra forma de hablar: anoche no te quitaste la ropa para dormir porque llegaste a casa solo y ligeramente bebido)

Y así, te metes en el metro y en el bus.

Y respiras hondo y aliviado cuando fichas a las 8:10 hora local.

Menudo día me espera...

DISCLAIMER: Solo salgo en dos de las fotos y soy el feo de la camiseta verde. Los demás son compañeros... ¡QUÉ COÑO COMPAÑEROS! son amigos de los que te arrastran al mal (con una pistola en la sien, claro...). A ellos les dedico este escrito. Espero que no me peguen... en especial Tomás, que se sensibiliza con estas cosas... bromaaaaaa.

DISCLAIMER 2: Las fotos no son precisamente de la Sucursal, pero la primera y la última sí son del "Wisconsin"...