¿Dónde estará?
Creo que he perdido algo estos días.
Me siento un poco falto de energía al llegar a casa. Paso los días hiperactivo, acompañado por la musa que me susurra palabras al oído, extrañado receptor en inconclusa espera. Pero al salir del cuarto alumbrado por fluorescentes temblorosos, luces eternas de condenada síntesis, antinatural sombra confrontada a la sempiterna luminosidad, siento un drenado extremo desde las yemas de mis dedos hasta la última fibra de mi cabello, que incluso pierde el brillo.
Las formas se desvanecen a mi alrededor, se hace tangible la realidad a los ojos que albergo en mis cuencas, penetrando en la áspera contaminación ambiental. Ruido, suciedad, olor, sudor, calor, basura, edificios, automóviles, silencio.
Sí, silencio. Entre el atronador ruido, silencio en mi interior. Porque sé que he perdido algo. Me falta el aire. Me falta el hambre. Me falta el sueño. Silencio mis palabras. Escribo lo que me falta en la boca. Lo que mis labios no pueden articular escapa por mis manos. Quisiera tener diez manos más para escribirlo más alto, más fuerte, más rápido, más dulce. Como si tener diez bocas me permitiera gritar tu nombre.
Un nombre. Tan solo un nombre que está anclado en mi cabeza. Que intenta socavar mi pecho. Sé que ahí lo he perdido. En el lugar donde aparecen las letras debería haber otra pieza del rompecabezas que trato de recomponer. Y entonces, cuando voy a tocarla, la musa me escupe a la cara. Y no puedo hablar ni escribir. Se me congelan los brazos. Los brazos que dan la vuelta al mundo abriendo armarios dorados de madera y sombra de ojos. Estos brazos que duelen cuando levantan el peso de la espada de la vida.
Los brazos que se unen a una espalda rota por el peso de la pérdida. ¿Qué me falta? No sé qué me extirpa las fuerzas al verme libre, y no es la condena de la liberación o la libertad o el libertinaje. Esas cadenas no pesan más que un lápiz y la pluma con la que garabateo tu nombre por todo mi cuerpo, que leo escrito en mis piernas, en mi vientre, en mi abdomen y en mi frente, donde te pienso.
La ausencia me ignora y se ríe de mi. Monitoriza mi progreso analizando mis detalles y sabe. Sí, en su trono de estrellas conoce de mi sed. Sabe qué me falta para saciarla. Me señala con un dedo frío y me desarma, pero no me falta defensa. Sólo rellenar mi vacío con un nombre. O una palabra.
Por cierto... ¿dónde habré puesto mi corazón?
0 Comments:
Post a Comment
Subscribe to Post Comments [Atom]
<< Home